Los miedos correctos

Apr 11, 2020

Recuerdo el miedo del ‘bug’ del año 2000, a un apagón energético global que nos deje a oscuras, a los hackers, a la pérdida de información en nuestras computadoras. Recuerdo ese miedo, ahora vacío. Porque mirémosnos ahora. Seguimos conectados, cada vez más. Chats, video-conferencias, social media. Nada se ha apagado, nunca. El sistema no se ha caído, nunca.

Pero mirémosnos ahora. Nos ha entrado un virus. En nuestro organismo, en nuestra biología. Y es paradójico que un experto informático lo haya predecido. Y estamos aislados, desconectados, físicamente. De eso nunca tuvimos miedo. Mirémosnos ahora, reconociéndonos más vulnerables que las máquinas con las cuales nos comunicamos, o la plataforma eléctrica que las potencia, o la red de servidores que las relaciona. Esas que han funcionado, siempre.

Mirémosnos ahora. No nos podemos tocar, sentir, acompañar. No nos podemos dar la mano, un beso. Somos unos estúpidos. Hemos estado equivocados, todo este tiempo. Teníamos el miedo erróneo: a que nuestras vidas en el espacio virtual se apaguen por el ataque de un virus electrónico letal.

Pero ahora este miedo es real, y nos revuelve las tripas, y nos hace sentir humanos. Mortales. Suenan las sirenas de la ambulancia sin parar. Y no hay médicos, dentistas, homeópatas, padres, hermanas, tías, amigos. Nadie a quién podamos acudir. Nadie quién nos pueda palpar, abrazar, auscultar. Hoy, nadie nos puede sacar de casa, sólo los paramédicos. Sólo tenemos permiso para verle la cara a la muerte.

Estúpidos. Estúpido. Si esta abominable pesadilla pasa, si seguimos vivos, más vale que sepas, de ahora en más, tener los miedos correctos. Miedo a las amenazas verdaderas. Más vale que no recaigas en el superficial vicio de creerte immortal, alienado por la brillantez de tu vida virtual. Ahora anda, y aún en la soledad más solitaria, apaga ese teléfono, y respira. Hondo. Y recuerda, siempre, que esa vida que sientes inhalar es la única que debes tener miedo a perder.