Enfoques

Jan 9, 2013

Por azarosa obra de una obligada y prolongada parada de un viaje aéreo con destino a otro lado, camino por Madrid una tarde de invierno. El cielo es limpio como un patio recién baldeado y la luz del sol se platina al enfriarse con el aire metálico. Camino, o más bien deambulo sin dirección. Disfruto. Y miro, miro a través de la cámara fotográfica. Quiero documentar esta sensación de libertad y extrañeza para revivirla más tarde, algún día en el que mi espíritu no se encuentre tan elevado. Saco fotos. Enfoco. Los típicos edificios madrileños, los bares, los carteles, la gente. Esta vez, Madrid me agrada más que otras veces en que la he visitado. Tal vez, pienso, sea como Roma, a la que hay que darle tiempo para acostumbrarse, antes de caer rendido a su belleza antigua y pálida, de olor rancio. Y vuelvo a enfocar. Y veo la pintura de Rothko, Mark Rothko, aquel sobre el que escribí alguna vez. Uno de mis preferidos. Es una aparición, una idea. Siento que Rothko sucede en las calles de Madrid. Y sigo enfocando de la misma manera y encuentro más Rothkos, encuentro sus colores, sus formas rígidas, que son sutiles a la vez. Sigo enfocando al “estilo Rothko” y saco más fotos. Veo, a donde enfoco, lo que quiero ver, o más bien, lo que me gusta ver. Madrid, París, Londres, Buenos Aires. Llevo mi vida a donde voy.

Rothko en Madrid 3

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Rothko en Madrid