Hambre de afecto

Apr 20, 2023

Me dije a mí mismo

Dec 16, 2021

Pensar con el hacer.
Hacer, hacer, hacer,
y no pensar.
Y no juzgar el hacer.
Dejar que el pensar
se esconda
en el hacer.
No detener
el hacer
por pensar.
Hacer.
Y no pensar.

No pensar.

No pensar.

No pensar.

Carajo!

No pensar!

No te vayas.
No te embarques.
No te alejes
de tu nido.
No abras puertas
sin destino.
Aprende
a llorar con tu tristeza,
a gozar con tu alegría.
Lejos,
serás presa
de los días resignados,
de los sueños del pasado.
Cuanta pena
que el destierro
tenga el sabor
de lo prohibido.
Si no te vas.
Si no te embarcas.
Si no te alejas.
Nunca habrás entendido,
lo que aquí te digo.

Despegándose

Nov 20, 2021

Si voy, venís.
Si salgo, salís.
¿Porqué estás?,
en mí.
¿Porqué seguís?,
en mis sueños.
Tuyo,
no soy.
Pero seguís viniendo,
aún,
sin saberlo.
Debo salir,
de vos.
Para que te vayas,
aún,
cuando ya te hayas ido.

Por vanas cosas también,

me arrodillo. Vencido.

Me ofrezco humilde.

Mi vida. Mi esfuerzo.

Mi vitalidad. Mi carne,

hecha tiempo.

Es destino

perecer en un sueño.

Actos que se agotan

en la risa de otros.

Mi vida. Mi esfuerzo.

Mi vitalidad. Apagada.

Por el juego cruel del extraño,

que esculpe eventos huérfanos.

Humilde, me arrojo,

esperando, una vez,

no tener que volver a empezar.

Porque algo he aprendido:

cuanto más esfuerzo 

hago en ganar, más pierdo.

Tan frágil es la ilusión,

que de tan solo tenerla,

se rompe.

– ¿Qué es la vida?, preguntó ansioso.

– Por el contrario, sería pertinente preguntar qué es la muerte.

– ¿Y qué es la muerte?

– La muerte es lo que nos mantiene vivos.

Este año

Oct 24, 2020

El vaho de los congregados

que empaña los cristales

El beso en la mejilla

que sella el adiós

El abrazo del reencuentro

que es puerto y es alivio

El olor del perfume

que es señal de cercanía

El roce involuntario

que es sensual y reaccionario

La mirada que habla

La presencia que es vida

El tiempo que es encuentro

Y este año

que todavía no ha sido

Los miedos correctos

Apr 11, 2020

Recuerdo el miedo del ‘bug’ del año 2000, a un apagón energético global que nos deje a oscuras, a los hackers, a la pérdida de información en nuestras computadoras. Recuerdo ese miedo, ahora vacío. Porque mirémosnos ahora. Seguimos conectados, cada vez más. Chats, video-conferencias, social media. Nada se ha apagado, nunca. El sistema no se ha caído, nunca.

Pero mirémosnos ahora. Nos ha entrado un virus. En nuestro organismo, en nuestra biología. Y es paradójico que un experto informático lo haya predecido. Y estamos aislados, desconectados, físicamente. De eso nunca tuvimos miedo. Mirémosnos ahora, reconociéndonos más vulnerables que las máquinas con las cuales nos comunicamos, o la plataforma eléctrica que las potencia, o la red de servidores que las relaciona. Esas que han funcionado, siempre.

Mirémosnos ahora. No nos podemos tocar, sentir, acompañar. No nos podemos dar la mano, un beso. Somos unos estúpidos. Hemos estado equivocados, todo este tiempo. Teníamos el miedo erróneo: a que nuestras vidas en el espacio virtual se apaguen por el ataque de un virus electrónico letal.

Pero ahora este miedo es real, y nos revuelve las tripas, y nos hace sentir humanos. Mortales. Suenan las sirenas de la ambulancia sin parar. Y no hay médicos, dentistas, homeópatas, padres, hermanas, tías, amigos. Nadie a quién podamos acudir. Nadie quién nos pueda palpar, abrazar, auscultar. Hoy, nadie nos puede sacar de casa, sólo los paramédicos. Sólo tenemos permiso para verle la cara a la muerte.

Estúpidos. Estúpido. Si esta abominable pesadilla pasa, si seguimos vivos, más vale que sepas, de ahora en más, tener los miedos correctos. Miedo a las amenazas verdaderas. Más vale que no recaigas en el superficial vicio de creerte immortal, alienado por la brillantez de tu vida virtual. Ahora anda, y aún en la soledad más solitaria, apaga ese teléfono, y respira. Hondo. Y recuerda, siempre, que esa vida que sientes inhalar es la única que debes tener miedo a perder.

Dispadeda

Feb 9, 2019

Te miré y no te ví

No eras más mi mujer

Yo no era tu hombre

Eras agua,

y yo sol

¿O sal?

Qué importan las latras, les palabres, 

¿qué importa quién saes?

Nos hundimos en el infinito

mar

de la indefinición 

Y fuimos una

Y te fuiste

No nos percibimas más

Yo ya no era tu hambre,

tu son

Te entendí 

¿Quién quiere sar otre, un demás?

Uno quiere sar unu, y nada más

Me meraste y no me visto

El diminuto límite, entre los dos

roto por el omor 

¿u horror?

que nos unía 

Odiás, majur, adiós

Buenos Aires

Jan 5, 2019

No es que vuelva cuando vuelvo.

Es que nunca me fuí.

Es que nunca me iré.